Fuente: biografiasyvidas.com
Joseph Louis Proust (Angers, 1754- id., 1826) Químico
francés. Emigrado a España, fue profesor en Segovia y en Salamanca y dirigió en
Madrid un laboratorio que le hizo construir Carlos IV. Miembro de la Academia de Ciencias
francesa, llevó a cabo numerosos trabajos de análisis de cuerpos compuestos y
estableció la ley de las proporciones definidas.
Joseph Louis Proust comenzó a estudiar
en el laboratorio de su padre, a la sazón farmacéutico, y al mismo tiempo en el
colegio de los oratorianos de su ciudad natal. Continuó sus estudios en París,
donde trabó amistad con Lavoisier y ganó en 1776, tras un brillante concurso,
el puesto de farmacéutico jefe en el hospital de la Salpêtrière. Por
aquella época publicó sus primeros trabajos e inició su labor docente en el
museo de su amigo Pilâire de Rozier, en cuyas experiencias aerostáticas
participó. Esta vocación por la enseñanza le haría abandonar París a fines de
1778 y establecerse en Vergara (Guipúzcoa) para desempeñar la cátedra de
química en el Real Seminario Patriótico, fundado poco antes por la Real Sociedad
Económica Vascongada de Amigos del País.
Regresó a su patria en 1780, hasta que
años más tarde fue llamado por Carlos IV y designado, en 1785, profesor de
química del Real Colegio o Academia Militar para Oficiales y Caballeros Cadetes
de Artillería, instalada en el alcázar de Segovia desde 1763. Desde 1799 hasta
1806 dirigió el laboratorio que el rey le hizo construir en Madrid. Éste era el
resultado de la fusión de sendos laboratorios dependientes de los ministerios
de Estado y de Hacienda, dirigidos hasta entonces, respectivamente, por Pedro
Gutiérrez Bueno y Francisco Chavaneau. En 1798 había contraído matrimonio con una
compatriota, la aristócrata Ana Rosa de Chatelain D’Aubigne, refugiada en
España a raíz de la persecución de la aristocracia que instauró la Convención (1792-1795),
y con ella regresó a Francia a fines de 1806, cansado y posiblemente enfermo.
Allí se enteró, en 1808, del saqueo de su laboratorio durante el levantamiento
popular producido en Madrid contra el invasor francés, así como de la pérdida
de su empleo.
Tras una breve estancia en París fijó
su residencia en su región natal, concretamente en el pueblo de Craon. Fueron
años de penuria económica y, al mismo tiempo, de importantes logros
científicos: en 1808 descubrió el azúcar de uva o glucosa, después de que
Napoleón I invitara a todos los químicos franceses a buscar una nueva sustancia
que remediara la escasez de edulcorantes causada por la guerra. Sin embargo, ya
en España Proust había anticipado este descubrimiento (1799), e incluso había
publicado en Madrid su obra Ensayo sobre el azúcar de uva (1806). Para la
investigación y producción de dicha sustancia recibió, en 1810, una subvención
que no terminó de remediar su maltrecha situación económica.
Las reiteradas negativas del gobierno
español de Fernando VII ante la petición por parte de Proust de una pensión o
al menos de algunas compensaciones, así como algunos problemas familiares,
aumentaron aún más la natural introversión del sabio francés, que vivió aislado
en su casa de Craon hasta finales de 1817. Poco antes, en 1816, había tenido
lugar el primer reconocimiento oficial de sus méritos científicos al ser
nombrado académico de número de la
Academia de Ciencias de París. Sin embargo, la muerte de su
esposa, ocurrida al año siguiente, hizo que Proust se retirara de forma
definitiva a su ciudad natal y viviera el resto de sus días en total aislamiento,
ni siquiera perturbado por sus nombramientos como caballero de la Legión de Honor (1819),
miembro de la Real
Academia de Ciencias de Nápoles (1819) y miembro asociado no
residente de la Real
Academia de Medicina de París (1820).
Joseph Louis Proust fue uno de los más
relevantes químicos de su época. Entre sus aportaciones a la química sobresale,
además del descubrimiento de la glucosa, el establecimiento la ley de las
proporciones definidas que lleva su nombre y que le supuso una famosa y larga
controversia (1801-1807) con su compatriota Claude Berthollet. La ley de las
proporciones definidas establece que, cuando varios elementos se combinan para
formar un determinado compuesto, lo hacen en una relación de pesos fija. Así,
por ejemplo, 1,11 gramos
de hidrógeno siempre se combinan con 8,89 gramos de oxígeno
para formar 10 gramos
de agua. Si aumentamos la cantidad de oxígeno y no la de hidrógeno, se obtiene
la misma cantidad de agua: el exceso de oxígeno queda sin reaccionar.
En la reacción descrita, al hidrógeno
se le llama reactivo limitante de la reacción porque ésta deja de producirse
cuando se agota esa sustancia. Con la ley de las proporciones definidas, Proust
demostró que cada compuesto contiene sus elementos en unas proporciones fijas,
independientemente del modo en que se prepare el compuesto. Por ejemplo, el
cloruro de sodio (NaCl) se puede obtener haciendo reaccionar hidróxido de sodio
con ácido clorhídrico (NaOH + HCI) o, por el contrario, tratando carbonato de
sodio con ácido clorhídrico (NaCO3 + HCI). Comprobamos que en ambos casos
llegamos a un compuesto que contiene un 39,33 % de sodio y un 60,66 % de cloro.
La influencia de Proust sobre la
química española no se tradujo en la formación de auténticos discípulos si
exceptuamos a Juan Manuel Munárriz, traductor de Lavoisier. Ello se debe en
gran medida a que sus oyentes en España no eran verdaderos profesionales, sino
la misma clase social exquisita e ilustrada que él mismo frecuentaba. Esta
circunstancia no impidió que publicara en España numerosos trabajos, como las
tres notas insertas en los Extractos de las Juntas Generales de la Sociedad Vascongada
de Amigos del País (sobre los espatos pesados, el cobalto y la composición de
la bilis) y los libros Investigaciones sobre el azul de Prusia (1794-1798),
Sobre los sulfatos metálicos (1801), Indagaciones sobre el estañado del cobre,
la vajilla de estaño y el vidriado (1803) y Compendio de diferentes
observaciones de Química (1806).
Publicó, además, los dos volúmenes de
los Anales del Real Laboratorio de Química de Segovia durante su estancia en
esta ciudad, y años más tarde, en 1799, participó en la redacción de los Anales
de ciencias naturales junto a Cristiano Herrgen, Domingo García Fernández y
Antonio José Cavanilles. Por su parte, las investigaciones que Proust llevó a
cabo en Francia aparecieron plasmadas no sólo en revistas especializadas, como
Journal de Physique, Annales de Chimie et de Physique o Memoirs du Musée
d’Histoire Naturelle, sino también en los volúmenes titulados Mémoire sur le sucre
de raisin (1808), Recueil des mémoires relatifs à la poudre à canou (1815), Sur
l’existence vraisemblable du mercure dans les eaux de l’Océan (1821) y Essai
sur une des causes qui peuvent amener la formation du calcul (1824).
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